Reconociendo el SAP.
La Unión Latinoamericana de Entidades de Psicología (ULAPSI) ha reconocido la existencia del SAP o Síndrome de Alienación Parental, trastorno sufrido por los menores que son manipulados psicológica y emocionalmente por uno de sus padres en contra del otro, dentro del contexto de los conflictos o separaciones de pareja y con el resultado de un grado de rechazo o distanciamiento variables entre uno de los progenitores y el menor maltratado mediante el SAP. Este tipo de abuso reconocible con frecuencia en el contexto cotidiano, viene siendo aceptado durante los últimos años por un creciente número de expertos, lo cual, en el caso que nos ocupa, acerca a los países de América Latina al mejor manejo de los graves daños a los que puede dar lugar, tanto para los menores como para los progenitores víctimas de esta situación.
Resulta no obstante lamentable que nuestro país se quede rezagado en la lucha contra este tipo de maltrato familiar, sólo porque los grupos de presión hembristas obstruyan el reconocimiento de su existencia y en consecuencia imposibiliten su persecución y sanción legal por no convenir a sus intereses particulares, tan frecuentemente distanciados del bien común. Por culpa del feminismo radical, nuestro país se queda a la zaga o retrocede en políticas sociales comparado con otros países menos influenciados por el hembrismo, como por ejemplo Brasil o México, donde ya existen legislaciones que penalizan este tipo de delito, o el más cercano aún, Portugal, cuya Ministra de Justicia admitió recientemente que el SAP no es un mito y sí una forma de maltrato cada día más frecuente en el seno de la ruptura de parejas, precisamente al desmentir la idea básica de una ponencia sobre la cuestión dada en su país y en la que participaban dos feministas de género españolas.
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La excusa más típica usada por las hembristas para negar la existencia de un secreto a voces como es el SAP se basa en la mentira de que es un recurso usado por los maltratadores para perjudicar a las madres. Debe matizarse antes que nada que las únicas que crean leyes que castigan en exclusiva a uno de los dos sexos son con frecuencia las mismas hipócritas que recurren a esta falsedad para hacerse las víctimas, ya que ellas han creado la sexista y discriminatoria Ley Integral contra la Violencia de Género, norma misándrica y cargada de racismo sexual en base a la cual sólo puede castigarse a varones. La realidad, como suele suceder tan distante de los análisis del feminismo de género, es que por SAP puede penarse tanto a hombres como a mujeres, es decir, algo totalmente igualitario, ya que se castiga en base a la acción y no por el sexo de la persona.
Otro de los argumentos más típicos y también vergonzosamente tramposos para tratar de ocultar la existencia del SAP es que Gardner, el experto que comenzó a manejar este concepto, defendió puntos de vista favorables a la pederastia y cometió suicidio a la edad de 72 años. (Conviene aclarar que su suicidio, presentado por sus detractores como una prueba de grave desequilibrio emocional por parte de Gardner, se produjo mientras padecía las últimas etapas de una grave enfermedad degenerativa, el Síndrome del Dolor Regional Complejo, hoy en día sin causa ni cura conocidas y que es causante de un intenso y a veces insoportable dolor que puede cronificarse, tal como sucedió en el caso de Gardner). Es un hecho clarísimo que al margen de si Gardner fue un pedófilo o no la más que abrumadora mayoría de expertos y expertas de nivel, entre ellos los muy numerosos integrantes de la ULAPSI que han reconocido la existencia del SAP a nivel de America Latina, no tienen nada de pedófilos, y no puede desacreditarse su trabajo y buena voluntad en base a un argumento que afecta exclusivamente a Gardner, es decir, a uno solo de quienes defienden la existencia del SAP. Proceder de esta manera es absolutamente deshonesto: se trata de ocultar la verdad atacando al portavoz, y, como no, no serán las hembristas quienes admitan o mencionen que son muchos los expertos sin tacha que llegan a la misma conclusión que Gardner. ¿Por qué las hembristas no toman como referencia a otros autores al discutir la existencia del SAP? Porque saben que es vergonzoso y negativo que haya sido considerado un pedófilo, o que se suicidase, si no se aclaran debidamente las causas que le llevaron a ello, y de esta manera, satanizando al mensajero, tratan también de marginar su mensaje. Pero si dirigiesen las críticas al trabajo de algún otro experto que no pudiese ser desmerecido de antemano el debate se centraría no en la polémica figura del experto, sino en los argumentos científicos, estadísticos, psicológicos y legales que prueban la existencia del SAP, y ante un debate objetivo como este ellas tienen todas las de perder. La realidad es que el proceso de Alienación Parental es algo tan frecuente y extendido que la mayoría de los ciudadanos saben de algún caso ocurrido en su entorno más cercano e incluso son muchos los que han pasado por esta situación personalmente, y en estas circunstancias la apelación al escándalo centrada en los defectos de Gardner se convierte en el último recurso que puede desviar la atención de unos hechos tan conocidos.
El tercer argumento es que el Síndrome de Alienación Parental no ha sido reconocido aún en ninguna de las ediciones del manual DSM usado para el diagnóstico de trastornos mentales. Esto es cierto. Pero debe decirse que estos manuales están expuestos a una revisión y mejora constantes, y que determinados tipos de maltrato y trastornos infantiles han comenzado a investigarse y definirse recientemente, como resultado de una creciente sensibilidad hacia los derechos de la infancia base de una mayor disposición de las sociedades a su cuidado. Por ejemplo, hace apenas una década no se diagnosticaban los casos de hiperactividad infantil con la misma frecuencia que se hace hoy día y era más fácil que ciertos casos de anorexia nerviosa pasasen desapercibidos o no recibiesen la atención médica adecuada hasta sus etapas más tardías y graves de desarrollo. Con el SAP nos sucede lo mismo. Se avanza progresivamente en su investigación y diagnóstico porque el interés hacia las formas más sutiles de maltrato infantil se ha potenciado notablemente en los últimos años. Añadir que éste es un síndrome cuyo reconocimiento se opone a lo políticamente correcto, lo cual sin duda dificulta aún más su aceptación. Pero pese a todos los obstáculos cada vez son más numerosos los expertos que reconocen y demuestran su existencia y esta realidad afectará a las ediciones futuras del DSM. De hecho ya se ha propuesto que el SAP se incluya en el DSM V. Sin lugar a dudas la decisión de la ULAPSI de admitir la existencia del SAP a un nivel que afecta a toda América Latina es otro argumento de peso que apoya esta demanda, y seguirá apoyándola, hasta el día en que el SAP sea definitivamente aceptado en el DSM, da igual si en la quinta, sexta o cualquier otra futura edición.
Además, al valorar la existencia del SAP podemos hacer también referencia a los argumentos causales, a los hábitos propios de la ruptura de parejas que favorecen clarísimamente el proceso de alienación parental. En este sentido es una realidad que también aceptan muchos de los negacionistas del SAP, que a menudo durante la ruptura surgen sentimientos de hostilidad y mala voluntad entre los integrantes de la pareja. Si unimos esta realidad con el hecho de que en la mayoría de las ocasiones los hijos quedan bajo el control y cuidado preferente de una de las partes distanciándose en gran medida de la otra, es algo constatable que en ocasiones los menores son utilizados como prolongación del conflicto entre adultos, manipulados mediante observaciones, comentarios e ideas volcadas repetidas veces sobre ellos para involucrarlos en el campo de batalla surgido con la separación. Y esto no siempre obedece a una cuestión emocional, también puede deberse a un interés de supervivencia egoísta. La legislación en materia de rupturas favorece a la parte que se queda con los hijos, estableciendo así una situación de ganadores y perdedores. El progenitor que se quede con los niños conservará el reducto más importante de la vida familiar, la mayor parte del patrimonio de la pareja, incluso la sensación de satisfacción personal que supone el no haber dedicado muchos años y energías de la propia vida a un proyecto fallido del que al final se surge en unas condiciones de perdida. Para cierta gente se vuelve obvia la necesidad de quedarse con los hijos casi a cualquier precio incluyendo el volverlos contrarios a su expareja. Y este modelo fuertemente conflictivo de custodia preferente y monoparental que debería ser sustituido por la custodia compartida es el que apoyan las hembristas de nuestro país. A partir de aquí resulta mucho más sencillo comprender porque bajo ningún concepto desean que se reconozca el SAP, un tipo de trastorno potenciado por una situación que ellas defienden.
En cambio los psicólogos de la ULAPSI se guían por intereses humanitarios y tratan de corregir situaciones que dañan a muchos de los pacientes que buscan ayuda en sus consultas. Esto les vuelve más honestos y objetivos en su criterio, al no hacer depender sus actuaciones de ninguna agenda política.
El reconocimiento por parte de esta asociación latinoamericana de la gravedad y existencia del cruel y frecuente maltrato doméstico e infantil que es el SAP debería ser una alarma que sensibilizase y alertase a nuestros dirigentes sobre la necesidad de la lucha en su contra. Efectivamente, es totalmente absurdo el afirmar que los expertos y expertas de una asociación tan amplia y extendida como es la ULAPSI son en realidad un grupo mixto de neomachistas deseosos y deseosas de defender sus supuestos privilegios patriarcales (y en el caso de las mujeres que integran la ULAPSI ¿qué estarían defendiendo?), o maltratadores que pretenden castigar a las madres de sus hijos tras la ruptura de la pareja, mediante la instrumentalización judicial de los hijos comunes. Estos argumentos disparatados y otras réplicas del estilo caracterizan el torpe e ignorante discurso hembrista cuando se trata de negar los razonamientos inteligentes y sólidos dados por personas bastante más capacitadas que ellas en la materia tratada, pero por alguna misteriosa razón, son las explicaciones que eligen nuestros dirigentes para perjuicio del conjunto de la sociedad, realidad que sorprende, más aún si consideramos las tendenciosidades ideológicas y el interés económico por las subvenciones gubernamentales que las organizaciones feministas más influyentes demuestran de un modo constante e inescrupuloso.
Pero, afortunadamente, el control del hembrismo no es total, y existen países donde muy a su pesar las cosas se van moviendo en el sentido adecuado. Esperemos que la influencia cercana al poder e interesada de las ultrafeministas no bloquee por mucho más tiempo la lucha contra el SAP y nosotros tengamos también nuestra aceptación de su existencia, animada por ejemplos como el latinoaméricano, lo más pronto posible.
Gustavo Revilla.
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