De forma sutil en principio. De una manera quizás poco reconocible, pero cuando una mujer en su papel de diosa -por lo menos- puede entrar a su libre albedrío en los lugares más intimo que un hombre pueda disfrutar, reaccionando ellos con verguenza, sintiéndose cohibidos, sin capacidad de reacción ni defensa ante esa irrupción en tal lugar, a eso podemos calificarlo simple y llanamente de humillante.
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