El Mirador
Corrección incorrecta.
Teodoro León Gross
"Es más confortable negar que existan las denuncias falsas que
adentrarse en una polémica tan espinosa"
El Fiscal Jefe de la Audiencia de Málaga niega que haya denuncias
falsas por violencia de género: "lo único verdadero son las muertes y
las agresiones que sufren las mujeres, y el hecho probado es que las
han ejecutado hombres". Sin embargo, las denuncias falsas si existen;
así que ese es un escapismo dialéctico de lo más elocuente. Sin duda se
trataba de evitar una cuestión incómoda. Las denunicas falsas
constituyen un tema "políticamente incorrecto", un debate silenciado
por la doctrina oficial del laboratiorio sociopolítico de la izquierda;
y sobre todo tras la áspera polémica provocada por un juez montaraz de
Sevilla que, con retórica de borocha gorda, atribuyó a la "dictadura
del feminismo radical" la puesta en funcionamiento de la ley integral
contra la violencia de género que ha provocado que "miles de hombres"
hayan sido detenidos por el hecho de serlo". Antes que correr el riesgo
de ser identificado con ese paladín de la carcundia, casi cualquiera
prefiere evitar el debate. El problema es el efecto colateral: se está
negando que existe algo que sí existe. Las denuncias falsas no son un
mito ficticio. El fiscal Jefe de Málaga es un hombre culto, sereno, y de una
prudencia vaticana tan esmerada que a veces le priva de la valentía
intelectual. El treinta por ciento de las denuncias de violencia de
género son absolutorias y esto significa, aunque no se pueda distinguir
entre falsas o infundadas, que el problema existe. ¿Y cuántos inocentes
son condenados? Resulta más confortable negar que existan las denuncias
falsas que adentrarse en esa polémica tan espinosa. Se ha impuesto, en
cambio, un planteamiento dogmático: "o estás con la ley de violencia de
género o estás contra la ley". Y no es eso. La violencia de género
representa un drama sin matices: miles de mujeres que viven
cotidianamente en un régimen espantoso de terror doméstico anónimo,
sometidas a la dictadura arbitraria de la violencia, con la dignidad
machacada. Eso no está en cuestión al plantear las denuncias falsas
como efecto colateral de una Ley con imperfecciones. De hecho ya hay
suficiente documentación sobre la estratagema de las denuncias falsas
para tomar ventaja en la guardia y custodia o el uso de la vivienda, o
simplemente para resolver disputas familiares de igual a igual. Y las
víctimas de este abuso, aunque estadísticamente sea minoritario, están
abandonados por el sistema. Incluso niega que existan; o se les
declara, según la doctrina impuesta desde el Gobierno, como "un coste
que se puede asumir". Qué cosas. Ese es otro carpetazo a Montesquieu
para olvidar que el imperio de la ley no puede crecer aceptando con
toda naturalidad que se castigue a un porcentaje de inocentes.
jueves, 14 de enero de 2010
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